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La cesta de navidad

diciembre 23, 2011

La cola promete una duración de más de una hora. Pero merece la pena esperar. Una botella de vino tinto, una de vino blanco, una de cava semi-seco, un chorizo, un salchichón, dos latas de aceitunas, una caja de polvorones y una pastilla de turrón. La FIRMA desea agradecer a sus empleados el empeño demostrado durante el año y espera unos mejores resultados para el próximo. Las cestas de navidad son repartidas en el remolque de un camión por dos empleados externos que se afanan por terminar cuanto antes, pero que reflejan desesperación al no esperar tal avalancha de trabajadores.

Cinco pasos más cerca. Sabe que el chorizo le gusta al niño y que la niña es la primera en coger el trozo más grande de turrón. Sabe que las aceitunas acompañaran a una pierna de cordero al horno con patatas de guarnición, después de haber degustado las gambas a la plancha con una rayita de limón. La regla dice que vino tinto con carne y blanco con pescado, pero a ellos les gusta más cambiar las tornas mientras llenan de cola los vasos de los niños. La caja de polvorones la reserva para el vecino, el viejo de enfrente, el cual los utiliza cuando llega su hermana para tomar el café.

Tres pasos más cerca. Puede observar que los repartidores cada vez se adentran más en el remolque para abastecer de cestas y empieza a pensar si habrá cestas para todos. No obstante, nunca le ha faltado una en sus más de veinte años en la firma. Al mirar para atrás duda de si alguno de los otros se quedará sin, aunque no recuerda ninguna queja de alguien que le ha ocurrido tal caso. Lo único que sí puede asegurar es que cuando empezó a trabajar las cestas también traían jamón serrano, una lata de espárragos y una botella de whisky.

Un paso más cerca. No está seguro pero parece que efectivamente no hay cestas para todos y duda de si quedan cinco o cuatro. En caso de que queden cuatro a él no le toca. Pero no pierde la esperanza. No puede imaginarse llegando a casa con las manos vacías y decirle a la mujer que van a tener que comprar el cava y el vino. Muchos se han dado cuenta y han abandonado la cola, pero la imposibilidad de percibir el fondo del camión y la persistencia de unos tres detrás de él le da más razones para creer que puede haber más de cinco cestas.

Cero pasos más cerca. Los repartidores le dicen con voz de disculpa que la última cesta se la ha llevado el que le precedía y que por su parte han cumplido. Antes de que pueda tomar plenamente conciencia de la decepción dos hombres de administración se le acercan y piensa que quizás mañana traigan las cestas que faltan. No obstante, lejos de venir con disculpas le piden secamente que les acompañe mientras se colocan uno a cada lado, como si estuvieran custodiándole. No dicen nada y parece que tienen claro el camino. Piensa que quizás este año no tiene cesta pero sí algún premio especial.

Al final llegan al despacho del director de recursos humanos, el cual le pide que se siente. Lo hace. El director le informa que la firma ha puesto en práctica un nuevo sistema de despidos consistente en dejar en manos de la casualidad el requisito para determinar al candidato y que dado que este año sobra tan solo un trabajador, lo cual es reflejo del buen hacer de la empresa, se decidió que el candidato fuera el primero de la cola que se quedaba sin cesta de navidad, por lo que desde este mismo momento su relación con la firma queda cancelada.