Posts Tagged ‘cotidianidad’

Lo imposible

octubre 21, 2013

Advierte en la mirada de la camarera un deje de confusión cuando le dice que no quiere la pajita. Ella la retira y se va. Aunque la chica es guapa. ha habido algo en aquella mirada que no le ha gustado, algo inquietante. Pero se olvida cuando unos niños empiezan a dar vueltas sobre su mesa, persiguiéndose, riéndose. Pronto se van y observa como un acomplejado padre empuja con esfuerzos el carro de la compra. Con él se cruza una adolescente que corre alocadamente perseguida por un acnésico. Intenta coger el vaso. No puede. Pero su atención recae en la esquemática conversación de dos mujeres, en la que a las dos les va bien y nombran a una tal Juanita, y que al Carlos habría que decirle unas cuantas palabras para alejarse de una no sé sabía qué caída por las escaleras. Intenta coger el vaso. No puede. La camarera se ha acercado y le ha preguntado si todo va bien. Responde extrañado que por que tendría que ir mal. Ella se sonroja y lo deja para atender otra mesa. Entonces repara en cómo unos chavales chulean a un guardia, mientras éste con seguridad y astucia los conduce hacia fuera. Se levanta un momento para realizar un intento de auxilio a una madre con tacones que ha caído cuando intentaba que el niño saliera a la carrera tras vislumbrar una tienda de caramelos. Ha llegado tarde, de modo que observa como la madre se sacude el vestido, ya de pie, mientras reprende al pequeño. Vuelve a sentarse. Intenta coger el vaso. No puede.  Pero su preocupación se centra en responder a una pareja que se le ha acercado preguntándole si les permite hacerle una foto. No entiende por qué, pues no se considera muy fotogénico, pero acepta. El flash le da en toda la cara y la pareja se retira entre sonrisitas, no sin antes darle las gracias. La camarera se acerca de nuevo. Está preocupada por si le han molestado o por si se ha sentido ofendido. Objeta que lo que le molesta es la actitud de ella, siempre encima de él, como si fuera un niño pequeño que no sabe cuidarse de sí mismo. La camarera pide disculpas con un ceño de disgusto y se marcha. Se siente sulfurado. Intenta coger el vaso. No puede. Aquello le da un punto más de desquicio. El vaso sigue lleno. Lo intenta de nuevo. No puede. Pero unos gritos desvían su atención. Ahora el guardia corre detrás de dos jóvenes que huyen con una maleta. Una mujer también corre dando gritos. Los jóvenes huyen y el guardia intenta ahora tranquilizar a la mujer, que llora desprotegida. Llega la policía, toma declaración y se va. Intenta coger el vaso. No puede. Pero antes de poder lamentarse percibe que por megafonía profieren su nombre y la obligación de acudir a información. Se levanta y se dirige rápidamente hacia allí. Una mujer con rostro sonriente le informa que su hija ha dejado un paquete. Le ayuda a abrirlo. Se sonroja cuando comprueba que son sus brazos y que una vez más los ha olvidado antes de salir de casa.